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Foto del escritorAndrea Pelayo Casado

¡Si salgo, me tomo una copita... o dos!

El vínculo entre los jóvenes y las drogas es cada vez mayor, ya que la e edad media de inicio del consumo de alcohol se encuentra entre los 13 y 16 años


Chica pone cenicero en común en fiesta loca.

iStock.com/rez-art


Si me dieran una cerveza por cada vez que he escuchado a un adolescente decir que no sabía divertirse sin beber o fumar, acabaría la noche como ellos: con un coma etílico.

A nadie le sorprende que el alcohol se haya confirmado como la “puerta de entrada” (Gogeascoechea-Trejo et al. 2021, p. 294) para el consumo de otras drogas. En consecuencia, deducimos que una copa lleva a otra, otra lleva a otra, y así hasta que no recuerdas como has llegado a casa o quién es la persona con la que te despiertas.

Los bares, pubs y discotecas son el lugar perfecto para buscar una pareja con la que realizar una de las tres funciones básicas del ser vivo: reproducirse o, como ahora lo llama la juventud, “pillar cacho”. Aquí, según Burgos Jiménez (2020), las drogas toman el papel protagonista porque son el principal recurso de los jóvenes para “incrementar la desinhibición y el deseo sexual” (p. 561).

Por lo tanto, las interacciones sociales y sexuales de estos individuos ocurren bajo los efectos de sustancias adictivas, lo que las hace aún menos seguras. Las enfermedades de transmisión sexual, la sobredosis y los embarazos no deseados son algunos de los premios que se encuentran en el fondo de cada botella o raya.

Sin embargo, la problemática es más clara cuando se añaden factores como la fácil accesibilidad al producto, la percepción positiva del mismo en redes sociales o la ignorancia deliberada de dichos riesgos. De hecho, “el estilo de vida está destinado a satisfacer las necesidades de forma inmediata” conforme a Burgos Jiménez (2020, p. 557) y se prioriza al propio bienestar físico y mental.

R. J. Burgos Jiménez: “El estilo de vida está destinado a satisfacer las necesidades de forma inmediata".

Mientras, los encargados de acabar con estas tendencias destructivas están demasiado ocupados tratando de definir el concepto de juventud. Este término, a decir verdad, ha sido estudiado en numerosas ocasiones y en las investigaciones de Alejandro Albert Perales (2021) se ha demostrado su trascendencia en “la construcción de nuestra personalidad” (p. 343).

En realidad, lo importante es que la edad media de inicio del consumo ya se encuentra entre los 13 y 16 años. (ESTUDES, 2018, como se citó en Burgos Jiménez et al., 2020, p. 560). Por eso, en 2021, Perales concluyó que los medios de comunicación creaban mensajes ineficaces contra el consumo de drogas, los cuales se gestan “alejados de los intereses y preocupaciones de los jóvenes” (p. 340).


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